jueves, 25 de febrero de 2010

LA BÚSQUEDA HETERODOXA DE LA ATLÁNTIDA

Dentro de los heterodoxos en la búsqueda de la Atlántida estarían todos aquellos que se apartan de la ciencia oficial, con lo que el ramillete de estudiosos y aficionados es de lo más variopinto, desde los que de cualquier cosa hacen una prueba de que la Atlántida estuvo al lado de su pueblo hasta los que con ciertas evidencias escritas, lingüísticas y arqueológicas hacen hipótesis mucho más serias y merecedoras de tener en cuenta que las de los que se llaman científicos.
Desde mi punto de vista merecen atención prioritaria aquellas teorías que situan la Atlántida en el occidente mediterráneo junto al Océano Atlántico (que por eso se llama así) pues los viejos textos griegos, entre los que destacan los de Platón, y otras fuentes como la misma mitología griega o la egipcia, fundamental en este tema, consideran que aquella civilización antiquísima estaba por allí, en la zona por donde se ponía el sol, donde el océano y la tierra se juntaban, donde las Columnas de Heracles-Hércules se levantaban… Algunas alusiones a las tierras españolas son tan claras hasta el punto de decir Platón que una de las regiones de la Atlántida era Gadeira - Gadira (Cádiz), cuyo rey era Gadeiro, hermano gemelo de Atlas, el rey de Atlantis, hijos ambos del fundador, el dios Poseidón. Algunos investigadores consideran que Tartessos, la cultura andaluza de hace 3.000 años, es la Atlántida, pero para otros, más fieles a las fuentes, ven en ella una heredera de los atlantes pues para estos, según esas fuentes griegas y egipcias, se maneja una antigüedad de miles de años más hasta un tiempo crítico, inaceptable para los historiadores y arqueólogos ortodoxos, hace unos 12.500 años, que curiosamente según los estudios paleoclimáticos y geológicos fue la época del final de la última era glacial que supuso una subida del nivel del mar que pudo ser en algunos momentos catastrófico, lo que nos recuerda el desastre que para el final de Atlantis se describe.
Como considero, como otros muchos que nos interesamos por el tema, que la teoría hispano-norteafricana sobre la localización de la Atlántida es la más verosímil, y además estamos hartos de estudiosos normalmente anglosajones y germanos que muchas veces lo que hacen es copiar y repetir lo ya conocido (no quiero generalizar, siempre hay excepciones), voy a nombrar a los investigadores españoles que están, de una manera u otra, encabezando las teorías heterodoxas mejor fundamentadas.
Para unos es un excéntrico, para otros simplemente un loco, pero para algunos es un genio al que el tiempo le dará la razón. Jorge María Ribero Meneses merece respeto aunque solo sea por su enorme, enciclopédico, trabajo desarrollado durante décadas basado fundamentalmente en estudios filológicos y toponímicos que le han llevado a la conclusión de que Iberia es la cuna de la humanidad y que la capital de la Atlántida estuvo enfrente de Cantabria, con lo que todo el norte de España y principalmente la misma Cantabria es la heredera directa de aquella civilización.
Manuel Riquelme es un ingeniero onubense jubilado que utilizando un método de exploración del terreno con aparatos radiónicos, es decir, basados en los principios del bioelectromagnetismo que tradicionalmente utilizan los zahoríes, ha detectado con éxito varios lugares arqueológicos de la zona de Huelva y Cádiz que ha llegado incluso a cartografiar. Sus conclusiones son que la capital de Tartessos debe estar en la ría de Huelva y que la Atlántida era un archipiélago, una de cuyas islas habría estado entre Portugal y la ensenada de Huelva; las islas Canarias serían la parte más alta de otra isla de la Atlántida, con una extensión como la de Andalucía, que se habría hundido al igual que las otras del archipiélago.
El hispano-cubano Georgeos Díaz-Montexano se puede decir que es el que encabeza la teoría más científica de la heterodoxia, a pesar de lo cual no tiene respaldo alguno para poder realizar estudios de campo, tan necesarios en esta búsqueda. Su estudio de los códices con los textos más antiguos conocidos de Platón le han llevado a interpretar algunos detalles importantes de una manera distinta a la conocida y aceptada. Su hipótesis es que la Atlántida fue un imperio ibero-mauritano que se enfrentó con los griegos y que sufrió un cataclismo que hizo desaparecer su capital y buena parte de su territorio compuesto de islas frente al estrecho de Gibraltar, en el Océano Atlántico, junto a las costas gaditanas. Todo esto ocurrió hacia el 1.500 a.C., en la Edad del Bronce, con lo que cronológicamente encajaría en la ortodoxia, pero el problema es que el origen de esta civilización la situa en la época anterior o alrededor del fin de la era glacial, como otros que consideran fidedignos los textos platónicos basados en los egipcios, con lo que se gana la oposición y negación científica.
Y, en general, estos investigadores ya tienen la ciencia oficial en contra cuando defienden la existencia de la Atlántida en España, como si esta teoría fuera un tabú que no se debe abordar. Si incluso la búsqueda de una cultura histórica aceptada como Tartessos tiene problemas imagínense hablar de su posible civilización madre, la Atlántida. Investigadores del CSIC, posiblemente animados por las imágenes satelitales de unos alemanes (a los de fuera siempre se les tiene en cuenta) y quizás también por los diversos estudios heterodoxos, hace unos años empezaron a indagar por la zona de las marismas de Doñana en busca de posibles restos tartesios, encontrando algunas estructuras interesantes y evidencias de que hubo una gran inundación hacia el 1.500 a.C. Enseguida, pero con prudencia, salió al respecto lo de la destrucción de Atlantis, pero como esta es una palabra casi prohibida no se ha dicho nada más de ello.




Mi opinión, contrastando diversas informaciones de todo tipo, es que la Atlántida fue una civilización atlántica (valga la redundancia), próxima a España y el norte de África, tanto que incluso estos dos territorios fueron parte de esa cultura, cuyo origen hay que remontarlo a una época indeterminada anterior al fin de la era glacial, es decir, anterior al 10.000 a.C. como poco, que posiblemente sucumbió en esa época de grandes cambios planetarios cuyo recuerdo es el Diluvio presente en todas las tradiciones y mitos, pero unos pueblos atlantes supervivientes hicieron que su memoria y parte de su legado se transmitiera a lo largo de los milenios llegando hasta el principio de las civilizaciones históricas conocidas, como Egipto, Sumeria, Mesoamérica o Sudamérica, cuyo inicio fue repentino y con un nivel de conocimientos extrañamente muy alto y parecido, que en Europa fue la denominada Edad del Cobre, la época dolménica, hace algo más de 5.000 años, como podría demostrar la estructura atlante de la ciudad calcolítica de Jaén. Luego, Tartessos no sería más que el último florecimiento de la herencia atlante en lo que fue parte de su territorio.



Pero hay un punto de vista sobre la búsqueda de la Atlántida que, aunque no presenta evidencias materiales claras que tanto importan en estos tiempos, me parece muy atractivo y que puede dar claves fundamentales sobre este tema. El que de verdad se interesa por el origen de las civilizaciones y la posibilidad de la Atlántida termina encontrándose con informaciones a nivel histórico, religioso, espiritual y esotérico que le toca el alma profundamente y que le hace despertar a otra visión de la historia que muy posiblemente es más cercana a la verdad. La búsqueda de nuestro más remoto pasado, como es la Atlántida y otras civilizaciones míticas como Lemuria, no es solo la indagación arqueológica materialista sino más bien una búsqueda de nuestros ignotos orígenes como especie y como individuos, con lo que es también una búsqueda interior de lo que somos y lo que seremos. En ese camino cada vez hay más gente, sirva de ejemplo Solimán Orta, que desde su web “Nueva Tartessos” difunde un punto de vista y un movimiento muy heterodoxo que, aunque se apoya, claro está, en la identificación de ciertos lugares sagrados relacionados con antiguos yacimientos arqueológicos, da prioridad a la búsqueda espiritual que conlleva el ir comprendiendo un pasado en el que nuestros ancestros tenía una unión mística con la Tierra y el Universo; de esta forma considera que paralelamente al hallazgo de las evidencias materiales de Tartessos y la Atlántida en Andalucía es necesario e imprescindible el hallazgo de la espiritualidad de nuestros antepasados que toma una gran importancia porque supone un despertar para nuestra dormida civilización actual.
La fascinación que provoca en el presente las más antiguas civilizaciones, destacando Egipto, y la legendaria Atlántida no puede explicarse solo por motivos de la simple curiosidad por el misterio o por la estética tan atractiva que poseen, aunque muchos se queden en eso sin reconocer nada más, sino más bien porque nos llegan de forma inconsciente hasta lo más profundo de nosotros mismos y nos llaman a redescubrirlas porque sentimos que es esencial comprenderlas para comprendernos, por el bien de nuestro presente y nuestro futuro. Pero para redescubrirlas y comprenderlas hay que dejar a un lado nuestra esclavizante racionalidad, dándole su lugar conveniente, y con mente abierta optar por otras teorías y formas de conocimiento a las que tan afines eran nuestros antepasados que tanto nos fascinan ahora.



miércoles, 24 de febrero de 2010

LA BÚSQUEDA ORTODOXA DE LA ATLÁNTIDA

Científicos y otros investigadores de cuyo nombre no quiero acordarme que han decidido buscar la Atlántida en las últimas décadas solo hacen divagar y presentar teorías manidas que no llevan a nada. Su ortodoxia, su infalible ciencia cuadriculada, solo les lleva a repetir los mismos tópicos de siempre sobre la existencia de una civilización que consideran legendaria, es decir, puro cuento, o, como mucho, otra cultura histórica que por diversas confusiones ha sido asimilada al mito atlante. Nuestros antepasados, entre ellos notables filósofos e historiadores, tontos ellos, no sabían bien lo que contaban o no tenían otra cosa mejor que hacer que inventarse cuentos para engañar a sus contemporáneos y de camino confundir a las generaciones futuras.
Este documental que pongo es un buen ejemplo de cómo y dónde se está buscando la antigua civilización atlante en los sitios más remotos sin encontrar nada significativo, aunque en realidad parece que lo que indagan es sobre la historia de las civilizaciones conocidas y algo de las conexiones entre ellas (Grecia, Turquía, Egipto, México, Bolivia...) haciéndolo pasar como una búsqueda de la Atlántida, y es que algunos de estos investigadores ni siquiera toman en serio a Platón o no interpretan sus textos siguiendo las palabras exactas, solo cogen lo que les interesa y empiezan a proponer hipótesis absurdas que, sorprendentemente, consiguen apoyo para hacerse investigaciones de campo y para realizar documentales como este. Esta corriente de investigación está en mano principalmente de los anglosajones, influyentes, manipuladores y orgullosos como siempre, los cuales siempre esquivan las auténticas palabras de los antiguos textos de los sabios y las civilizaciones del pasado para no concretar en la teoría que debería ser la principal: la de la Atlántida en o junto a las Columnas de Hércules, es decir, entre o en Andalucía y el norte de Marruecos. Pero este será tema para otro artículo y documentales sobre la búsqueda heterodoxa de la Atlántida.














lunes, 22 de febrero de 2010

ANDALUCÍA, SU VERDADERA HISTORIA. 4ª PARTE

Roma, admiradora de la cultura griega, encuentra en Andalucía una de las más importantes referencias de esta cultura, y trata con ella de potencia a potencia cultural. Pero para tomarla tuvo que vencer a los cartagineses, que estaban fuertemente establecidos en ella guardándola como su más preciado tesoro, y a los andaluces que en buena parte se aliaron con ellos a través de pactos realizados en muchas importantes ciudades: valga de ejemplo el matrimonio entre el más grande de los generales cartagineses, Aníbal, y la princesa de Kastilo/Cástulo, Himilce, que más allá de una anécdota o simple gesto de tregua o amistad entre pueblos como se ha querido ver, significa un gran pacto entre los púnicos y la ciudad más importante de la época en el alto Guadalquivir, capital del pueblo ibero de los oretanos, que los unió hasta el punto de combatir juntos contra los romanos. La conquista romana de Andalucía se realizó en el marco de la Segunda Guerra Púnica, la más importante y cruenta de las tres que hubo, siendo nuestra tierra escenario destacado y lugar de algunos de los enfrentamientos más decisivos. Las alianzas entre los cartagineses, dirigidos por Asdrúbal y Magón, y los indígenas tuvo al principio éxito pero no pudo resistir en la segunda fase de la guerra el empuje de los romanos liderados por Publio Cornelio Escipión, apodado luego el Africano, que también empezaron a realizar pactos con ciudades andaluzas, resquebrajándose el poder púnico con la rendición de Cástulo (cerca de Linares, Jaén), la toma de Aurgi (Jaén), la gran batalla de Baécula (en la provincia de Jaén) y la batalla de Ilipa (Alcalá del Río, Sevilla), que llevó definitivamente a la derrota a los cartagineses que entregaron poco después su último bastión, Gadir / Gades, es decir, Cádiz, en el 206 a.C. Al poco, Escipión, triunfante, fundó para los veteranos de esa guerra la ciudad de Itálica, en la actual Santiponce, junto a la destacada ciudad tartesio-turdetana de Hispalis (Sevilla).
Encima que la guerra de conquista romana había sido dura y cruel, luego, confundiéndola con la misma Roma, la Bética - Andalucía tiene que resistir las incursiones de los celtíberos norteños. En la Bética se refugian los hijos de Pompeyo, los últimos que siendo fieles al Senado republicano romano encabezan la resistencia a la dictadura de Julio César, enfrentándose a él con el apoyo de buena parte de la población autóctona y siendo derrotados por César en la definitiva batalla de Munda (45 a.C.), en la provincia de Córdoba. Julio César castiga a las ciudades que se le opusieron y premia con privilegios como la ciudadanía romana a las que sí le apoyaron, como Cádiz, en la cual años antes había estado muchas veces como cuestor de la Hispania Ulterior, es decir, Andalucía, y en la que había hecho grandes amistades que le sirvieron de apoyo decisivo en esta guerra, sobre todo con Lucio Cornelio Balbo, un gaditano de poderosa familia hispana-púnica que ejerció de gobernador y que fue el primer extranjero que consiguió el honor de ser cónsul de Roma. Es de la mano de Balbo cómo César fue al templo gaditano de Hércules-Melkart, en el islote de Sancti Petri, a rezar y, según cita Suetonio, “al contemplar una estatua de Alejandro Magno se echó a llorar, como avergonzado de su inactividad pues no había hecho todavía nada digno de memoria en una edad en la que ya Alejandro había conquistado el orbe de la tierra", teniendo después un sueño que le predecía el dominio del mundo.

Isla de Sancti Petri, donde estuvo el famoso Templo de Hércules Gaditano de origen supuestamente fenicio pero en realidad incierto. Aníbal, Julio César, Trajano… tuvieron relación con él. Estatuilla de Hércules con las manzanas de oro de las Hespérides, encontrada en el lugar.

Ya con el nuevo sistema de gobierno imperial romano, Andalucía depende del Senado romano; la meseta y el norte, del emperador, o lo que es igual, del ejército. La Bética estaba bastante romanizada, era rica y poseía una importante clase alta y media. La Bética paga a Roma su mayor “libertad” dándole sus valiosos y ansiados minerales y alimentos; la agricultura del sur ibérico era especialmente rica y variada, exportando principalmente vinos, aceite de oliva y la salsa de pescado fermentada llamada garum, fundamentales en la dieta romana. Pero también le da enormes figuras, como, precisamente, el mayor estudioso sobre agricultura de la época, el gaditano Columela, inspirados poetas y filósofos como el cordobés Séneca, insignes pontífices y grandes emperadores; en la antiquísima Antequera estuvo el único colegio de pontífices de Hispania, y los primeros emperadores no latinos que ocuparon el trono romano fueron los sevillanos Trajano y Adriano, los más cultos y de entre los más grandes.
La cultura bética es la misma tartesia - turdetana continuando su supervivencia con distinto nombre y con nuevos instrumentos. La romanización es evidente y constituyó la pérdida de buena parte de su identidad, pero no hay que olvidar que los romanos suponen una minoría predominantemente dirigente ante una numerosa población con una cultura antiquísima y consolidada, y que posee una clase alta que los romanos en muchas ocasiones respetan y con la que con el tiempo se unirán.

Moneda de plata de Adriano con estrella de ocho puntas sobre creciente. Excelente Venus hallada en la ciudad de este emperador, Itálica.

sábado, 13 de febrero de 2010

MARIANO CÁRDENAS, LA MÚSICA ETERNA

En el barrio de la Magdalena, germen histórico de la ciudad de Jaén, nació Mariano Cárdenas Palacios, músico único en su estilo, guitarrista de manos prodigiosas con las que interpreta sus melodías de alta inspiración.



Su alma jiennense le lleva hasta sonidos ancestrales que plasma en composiciones de aires andalusíes algunas veces, en otras ocasiones sefarditas... hasta los actuales palos flamencos o las melodías más clásicas. Amante del arte, de la poesía, su música suena a antigua y, a la vez, moderna, es una música de siempre y para siempre, una música eterna...
Su música es el sonido de los viejos misterios, y con ella parece querer dar luz a los esotéricos conocimientos, los de los viejos sabios que nacieron en su tierra, como Shaprut... "Las miradas de Shaprut" es una de sus composiciones más maravillosas, que, con textos del gran poeta también jiennense Javier Cano, parece invocar al espíritu del más grande de los sabios judíos.
"Huellas, pisadas y pasos", "El sonido del aceite", "Hielo y ceniza"... son trabajos extraordinarios que nos llevan desde la añoranza de tiempos pretéritos hasta el más puro romanticismo y la esperanza de un futuro de luz.
Con su humildad y pasión por la música, este artista busca la excelencia, los sonidos que eleven el espíritu por encima del superficial presente. Mariano, tú lo sabes, tu música es para siempre, es eterna...


Anoche nos cantaba Orfeo.
Eres tú, uno de los que beben
de la fuente de piedra,
de aquella que se engendra a sí misma
o sueña las playas adheridas a su alma.
Porque aquí todas las piedras sueñan con pleamares
que hagan su alma más leve.
Y una noche Orión nos mirará
allí donde las brújulas ya dormitan.
La montaña tembló al decir el último verso,
y subían los derviches a danzar con la Luna,
el leve volar del universo
engendra el aceite en aceituna.
Con los caballos Faetón
hacia los riscos nos subía,
y en los apriscos el cíclope suele cantar con Orfeo.
Las sibilas en trance aparecieron
y a Isis todos nos encomendamos.
El fruto de Baco el sol va dorando,
y el de Buda como laúd púrpura
murmura.
Querubín del Arco San Lorenzo,
Gerión de los secretos del ocaso,
anoche tu escuchabas al Orfeo
de Grecia.
Querubín con tus alas vas subiendo
escalones de estrellas,
sobre la calle Parrilla.

De Mariano Cárdenas para José Torres.
Gracias, maestro.

domingo, 7 de febrero de 2010

ANDALUCÍA, SU VERDADERA HISTORIA. 3ª PARTE

Contemporáneos y continuando después la cultura de Los Millares son los magníficos dólmenes andaluces, misteriosos monumentos megalíticos que encontramos prácticamente por toda la región, destacando los de Antequera, Valencina de la Concepción y Trigueros, que si algunos pudieron ser tumbas la mayoría eran templos dedicados a la Diosa Madre. Destaca el dolmen de Menga, Antequera (Málaga), que forma un conjunto de tres con los dos cercanos de Viera y El Romeral, cada uno distinto en su estructura. Precisamente el de Menga resulta que no es contemporáneo de Los Millares, sino que es anterior. Oficialmente estaba datado en el 2.500 a.C. pero unas recientes investigaciones han atrasado su antigüedad al 3.700 a.C. Casi 6.000 años nos contemplan en este magnífico dolmen, si no más... Esto hace necesario replantearse la datación de otros monumentos megalíticos y, por tanto, el origen de la civilización en Andalucía.

Interior del dolmen de Menga, en Antequera.

Lo que sí parece contemporáneo a Los Millares, quizás formaba parte de la misma cultura, es la ciudad de Marroquíes Bajos de Jaén, que tiene un singular y sorprendente diseño: circular de unos 1.000 metros de diámetro, con murallas y fosos de agua excavados concéntricos en una labor de ingeniería faraónica que recuerda poderosamente la descripción que Platón hizo de Atlantis. ¿Dónde puede encajar esta magnífica ciudad de 5.000 años de antigüedad sino como parte de esa extraordinaria cultura y civilización primigenia andaluza que quizás era heredera de la Atlántida?


Plano y dibujo de cómo sería la ciudad de Marroquíes Bajos, de la Edad del Cobre, hace 5.000 años, encontrada en Jaén, tan parecida a la Atlantis descrita por Platón. Las nuevas excavaciones confirman su extensión y diseño.

Tras la Edad del Cobre, en la del Bronce en el II milenio a.C., se desarrolló la cultura del Argar, conocida por sus características cerámicas campaniformes. Fue una época convulsa en la que el poderío andaluz parece que llegó a un límite a partir del cual decayó. Posiblemente se produjeron enfrentamientos militares con otras civilizaciones del Mediterráneo oriental, como griegos y egipcios, que terminaron en derrota, y a lo que se sumó un posible cataclismo natural que afectó gravemente a las ciudades costeras de la Baja Andalucía; hay pruebas geológicas de esto último. ¿Será esta la caida de la Atlántida? Se podría hacer esta interpretación de los textos platónicos sobre las guerras entre atlantes y griegos, y el desastre natural que afectó a Atlantis, que estaría en o junto a Andalucía, y que habría que situar hacia el 1500 a.C., pero posiblemente estemos hablando en este tiempo de una grave crisis de una civilización heredera de la Atlántida y no de esta, que sería mucho más antigua.
Tras este duro golpe pasaron siglos oscuros de decadencia hasta que empezó un resurgir hacia el 1000 a.C. de la cultura andaluza – atlante con la civilización conocida como Tartessos. Primero los fenicios, luego los griegos y después Cartago se habrían limitado, desde sus factorías y colonias comerciales, a ser testigos de nuestro nuevo desarrollo cultural y económico. Por supuesto, en aquellos tiempos de hace 3.000 años ya existían todas las principales poblaciones, algunas verdaderas ciudades, que ahora existen en Andalucía: Cádiz, Huelva, Sevilla, Carmona, Écija, Córdoba, Jaén, Antequera, Málaga, Guadix… son anteriores a la llegada fenicia, pero todavía existe la tendencia a pensar, incluso por los historiadores, que fueron los fenicios, los griegos o posteriormente los cartagineses y romanos los que las fundaron o en su defecto les dieron una entidad auténticamente poblacional a partir de ser meras aldeas. Los fenicios no hicieron, según sus propias leyendas, más que volver a sus orígenes tartesios, destacando la renombrada Eritrea / Eritía, es decir, las islas gaditanas en donde ellos fundaron una colonia junto a las importantes ciudades y templos que allí ya existían, y nos vieron como sus antiguos antepasados con los que comerciar y aprender… quizás de aquí aprendieron la escritura que luego la historiografía oficial le ha adjudicado a ellos, y esto no es una afirmación gratuita pues son ya varios los investigadores que están llegando a esa conclusión, aunque sin el apoyo de la ciencia oficial que tanto empeño tiene en creer o hacernos creer que toda la cultura y civilización que valga la pena viene de oriente. Por aquellos entonces Tartessos era conocida como una potencia naval y comercial de primer orden, siendo nombrada varias veces en la Biblia como Tarsis, que es como los fenicios la denominaban. Otro lugar destacado en donde se sabe que se establecieron los fenicios fue en el área de Sevilla, en donde terminaba el lago Ligustino y desembocaba el río Guadalquivir como tal. Junto a la actual ciudad de Sevilla había un importante santuario dedicado a la pareja divina Sol y Luna, masculino y femenino, que los fenicios denominaban Baal y Astarté, en El Carambolo, donde se encontró el famoso tesoro compuesto de diversas piezas de oro de bellísima factura, único en su especie y que los arqueólogos han adjudicado a los fenicios cuando no se ha encontrado nada igual en ningún otro sitio con antigua presencia fenicia, ni siquiera en su país de origen en el Próximo Oriente; ¿es casualidad que algo tan extraordinario solo se haya encontrado en Andalucía? ¿hay que seguir pensando que esos logros artísticos y culturales son de origen foráneo y no de los autóctonos del lugar donde se han encontrado?

Las joyas del Carambolo serían piezas sagradas utilizadas por el sumo sacerdote del santuario. En el pecho llevaría las dos piezas que parecen pieles de toro, el animal símbolo del dios Baal, y en el centro un colgante que podría representar con sus estrellas de ocho puntas a la diosa Astarté.


Los griegos llegaron hasta nuestras costas y tomaron contacto con poblaciones incluso del interior, siendo de uno de sus relatos, de Heródoto en el siglo V a.C., como conocemos la existencia del rey tartesio Argantonio (“hombre de plata”), de gran longevidad, riqueza y sabiduría. En esta tierra probablemente también recogieron conocimiento y no solo riquezas materiales; los mitos griegos más antiguos también dicen que sus dioses y su cultura vinieron de Occidente, de Hesperia. Es decir, que los griegos, como los fenicios, pudieron vivir su llegada a Andalucía como una vuelta a los orígenes, a la cultura madre, sabia y acogedora: solo hay que ver los trabajos del principal héroe griego, Heracles (el Hércules romano), que tuvo que venir en un tiempo indeterminado del pasado al menos en sus dos últimos desafíos a nuestra tierra para alcanzar la inmortalidad: el robo de los bueyes de Gerión (por la zona de Cádiz) y el robo de las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides (quizás también por Cádiz o en alguna zona del interior como Jaén). Se considera que las grandes obras artísticas iberas tras la época tartesia son fruto de la simbiosis cultural hispano-griega, como los magníficos conjuntos escultóricos de Cerrillo Blanco (Porcuna, Jaén) y Cortijo del Pajarillo (Huelma, Jaén).


La Dama de Baza (Granada), del s. IV a.C. ¿Señora, sacerdotisa o diosa ibérica? En su ajuar hay jarrones con la estrella de ocho puntas.


Los cartagineses, cultura heredera de los fenicios, se limitaron a usufructar nuestros mercados, alejando al mundo griego de nosotros con victorias militares y con la leyenda de los monstruos que poblaban las rutas de Tartessos de los que habla Pindaro, o con los bajos fondos marinos que interceptan el paso hacia esta tierra, como dijera antes Platón de la Atlántida, o prohibiendo simplemente la navegación hacia Tartessos, como dice Aristóteles, basándose en su poderío naval en el Mediterráneo occidental. La definitiva decadencia de la alta cultura tartesia – turdetana estaba servida.

En la desembocadura marina del Guadalquivir – Betis – Tartessos, en las cercanías de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), estuvo el antiguo y célebre Templo del Lucero, el templo dedicado al planeta y diosa Venus - Lucifer, como todavía recuerda el escudo de la población, con sus símbolos del toro, la torre y la estrella de ocho puntas, y el lema de “Luciferi fanum”.

jueves, 4 de febrero de 2010

ANDALUCÍA, SU VERDADERA HISTORIA. 2ª PARTE

A los españoles en general y a los andaluces en particular se nos ha hecho creer que Andalucía es fundamentalmente producto de la aportación racial y cultural de los diversos pueblos extranjeros que aquí en el sur peninsular tuvieron especial buena acogida: fenicios, cartagineses, griegos, romanos, visigodos y árabes. Y que solo tras ser tomada por las tropas cristianas, en la llamada Reconquista, Andalucía se liberó y fue dirigida por sus verdaderos dueños. Con esto se ha negado que la cultura y el pueblo andaluces hayan mantenido una línea de permanencia con origen hace milenios, pues se ha divulgado la idea de que lo andaluz es solo la mezcla de todos los pueblos que han pasado por aquí en vez de hablar de aportaciones e influencias en la cultura andaluza, y se ha afirmado que Andalucía ha visto indolente como pueblo tras pueblo tomaba posesión de ella, cuando la razón de que tantas civilizaciones foráneas pusieran sus pies aquí no fue porque no hubiera resistencia sino porque era una posesión muy deseada y situada geográficamente en un espacio de no difícil acceso y asentamiento. Incluso a nivel académico se dice o se piensa que lo último realmente indígena se perdió con la conquista romana, cuando en realidad lo indígena, a pesar de todo, sigue más vivo de lo que creemos.
De esta forma, no se ha hecho otra cosa que negar la conciencia colectiva de un pueblo desde los albores de los tiempos y, desde esa lógica, ocultar la elaboración de una cultura básicamente autóctona, que no tanto síntesis o amalgama de otras, con la que expresaba su identidad y genio.
La cultura histórica más temprana reconocida, la de Los Millares, es de finales del IV milenio a.C., en el principio de la Edad del Cobre, quizás porque aquí fue el principio del uso del cobre por lo menos en Occidente. Esta es la cultura de los sepulcros megalíticos cupuliformes que los griegos luego utilizaron y denominaron tholoi. Mediante esta cultura, Andalucía usa el cobre, que llega a perfeccionar, inventa la bóveda cupuliforme, la escritura con signos alfabetiformes, etc. y se difunde por media Europa siempre cerca de las costas y vías fluviales, alcanzando hasta Tirrenia, Grecia y el Asia menor.

Recreación de parte de la población de Los Millares, de hace 5.000 años.

Esta cultura, que toma el nombre de su principal población hallada, Los Millares (Almería), estuvo presente o influenció directamente toda Andalucía, era andaluza, pues aunque al principio se creyó, como siempre, que era fruto del contacto con los griegos cretenses y micénicos, ahora se reconoce que es más antigua que ellos y que, por tanto, más bien fueron ellos los que copiaron lo andaluz.
Si la cultura cretense está en el origen de la cultura griega, de la que sería su madre, la cultura primitiva andaluza, que sacaría a la humanidad de la era lítica, está detrás y es el origen de la cultura cretense. La cultura andaluza fue una cultura madre.
Y es que puede ser que nuestra historia tenga un origen más remoto de lo que se suele considerar. Estrabón afirmó que los turdetanos, que habitaban casi toda Andalucía en la época ibérica, tenían leyes escritas de 6.000 años de antigüedad (ahora serían 8.000) y que puede existir una escritura coetánea pero no más antigua que la de Andalucía. Estos turdetanos se consideran descendientes o el mismo pueblo que los tartesios, la primera civilización conocida en Occidente. Tartessos inventa el bronce, perfecciona la navegación y elabora el primer estado político de Occidente. Tartesia, cuyos límites eran coincidentes con los de la Andalucía actual, excepto por Levante, que comprendía hasta la provincia de Alicante, y por Poniente, que se extendía hasta llegar a incluir Mérida y Badajoz dentro de sus fronteras, tenía su capital presumiblemente en algún lugar de la desembocadura del Guadalquivir, el antiguo rio Betis y Tartessos, que por aquellos entonces formaba el lago Ligustino; candidatas serían Huelva, Asta Regia (cerca de Jerez de la Frontera), Cádiz o Coria del Río (Sevilla). Otros investigadores, basándose en otra interpretación de los textos antiguos clásicos, apuestan que la capital estaría en las fuentes de este rio Guadalquivir - Tartessos, en la zona en la que estaba la ciudad de Orisia, muy cerca de Cástulo, y que ahora se denomina Giribaile (Jaén). Esta civilización andaluza de nuevo ha sido considerada producto de la influencia extranjera, en particular fenicia e incluso egipcia, que la hizo crecer y florecer debido al interés minero y comercial, negando su carácter básicamente autóctono y heredero o hermano de la cultura que se sabe avanzada y andaluza de Los Millares. ¿Qué pasa con los míticos y muy antiguos reyes tartesios, descendientes del dios Poseidón, Gerión y Norax, o con los posteriores Gárgoris y Habis, los cuales todos ellos nos lo han transmitido un pueblo foráneo de tanta credibilidad entre los historiadores como los griegos? Para Platón, Gadeira, es decir, la zona de Cádiz, era una de las diez regiones en las que se dividía el reino atlante fundado por Poseidón. Y es que esta Tartesia podría ser la heredera de la mítica Atlántida, la cual seguramente no fue tan mítica sino más bien histórica, pero la datación de su desaparición, hace unos 11.500 años según Platón, es incómoda para los historiadores oficiales. Una datación en la que coinciden algunos destacados investigadores como la del fin de aquella civilización y el difícil principio de la siguiente por medio de sus supervivientes, y que la ciencia climatológica y geológica ha marcado como la del final de una era glacial que podría haber acabado con la legendaria civilización atlante. De esas remotas edades atlantes y/o neolíticas provendrían la identificación de nuestra tierra andaluza con las Columnas de Hércules o el Jardín de las Hespérides, siendo Hesperia otro nombre para Andalucía y España en general, pues Hesperia simplemente significa en griego “la tierra donde se pone el sol”, es decir, “la tierra de Occidente”.
Un antiquísimo símbolo encontrado en la comarca de los Vélez en Almería, aunque también se han hallado similares en la provincia de Cádiz, puede remontarnos a aquella época originaria: el indalo. No se sabe con seguridad lo que significa pero, comparándolo con otros parecidos de otras culturas, podría ser una persona que con los brazos abiertos está en una posición de poder sagrada, un hombre en contacto con el cielo, con el Sol, con Dios. Recuerda a Atlas sosteniendo la bóveda celeste, y este al dios egipcio Schu, el que soportaba el cielo y vivía en una gran isla donde muere el dios Ra – Sol. El dios Schu – Atlas es el que con sus dos brazos sostiene el cielo en el Occidente… las dos columnas de Hércules de la antigua Atlántida – Hesperia – Andalucía.